Después de la muerte, la vida y estando en vida, la muerte, no sabe lo que es vivir, se lo ha perdido todo, los mejores años de su vida en una pequeña cárcel, ubicada en su mente y hacía esquina con su alma.
De
donde viene y a dónde va o porqué viene y porqué se va. No le teme a la muerte,
le teme a no romper un silencio incansable antes de que llegue. No le teme a la
vida, le teme a vivir en la cárcel ubicada en su mente que hace esquina
con su alma.
Toda
la vida anhelando una vida mejor, toda la vida llorando el presente, cuanto más
rápido pasa el tiempo, más feliz se siente. No le asusta la muerte porque vive
en ella, la monotonía, los maltratos y los abusos, han envuelto a lo que se
llama vida en una danza, en la cual la tristeza saca a bailar las
mejores situaciones de su vida, entendió que no existía absolutamente nada
plenamente feliz, todo terminaba en una profunda tristeza que se traducía en la
muerte de cada buena y delicada emoción.
Había
más esquinas aparte de su alma, aunque esta era muy particular, porque
en esa esquina su alma seducía a su mente, pero esta necia, nunca
cedía a sus deseos insaciables de querer un poco del alma, esa pasional lujuria
entre mente y alma, de haberse realizado le habría sanado esa existencia en una
muerte infinita. El alma sana, no enloquece.
La mente empecinada en serle fiel a la muerte terminó yendo de la mano con ella hacía la eternidad, esa otra realidad donde la muerte se convirtió en vida, porque ahí no había más esquinas y todo era un conjunto armonioso entre lo dionisiaco y lo apolíneo.
Judith decapitando a Holofermes - Artemisa Gentileschi / wikipedia dominio público
GABRIELA
PROAÑO VERA- ICT - FILO
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