domingo, 23 de mayo de 2021

Prensa chicha

 Por: Arnold Rojas Quicaño

Imagen: El diario Trome (15 /07 /20)

La imagen periodística contemporánea en diarios populares ha acentuado el interés de los lectores hacia imágenes morbosas y sangrientas. Estas imágenes conducen al lector a hábitos insanos que atentan contra la ética social y periodística.

La chismografía, la violencia de género, desinformación e inmediatez, propagación de estereotipos culturales y corporales, se prefieren y valoran ante una crítica constructiva de la realidad, por considerarla complicada de entender.

Mario Vargas Llosa La Civilización del espectáculo (2012), reflexiona:

¿Qué quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar en la tabla de valores vigentes lo ocupa el entretenimiento, y donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. La banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad y, en el campo de la información, que prolifere el periodismo irresponsable de la chismografía y el escándalo (pp. 33 - 34).

Podemos comenzar en el año 1950, con Última Hora que introduce el periodismo sensacionalista en el Perú. La jerga de la época e imágenes llamativas flasheadas en blanco y negro despiertan el interés nacional, y estaba al alcance de cualquiera a solo 40 céntimos.

Veinte años después, su forma de utilizar la imagen sirvió como ejemplo -entre 1970 a 1980- a las revistas Zeta y Cinco para desarrollar un estilo de panfleto político bajo una fachada pornográfica. En un principio, componían las portadas con fotografías plagiadas de medios internaciones y titulares políticos para incitar el deseo de compra. Así evitaron la censura de la época, pero la presión social ocasionó su cierre definitivo en los años 80, por atentar contra la moral peruana, como resalta Anicama. Es necesario resaltar, la aparición del suplemento gratuito Última Yara, que la revista Cinco en 1981 utilizó, entre otras cosas, para cubrir noticias policiales con imágenes viscerales.

Imagen: El diario Trome (03 /07 /20)

Luego de la aparición malsana del terrorismo en el Perú, se produjo en los lectores un asco hacia la violencia explícita, pero no hacia la sangre y el sexo implícito. Entonces en la década dictatorial de Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos (1990 – 2000), se satisfizo esa necesidad popular. Según Cappelli -La prensa “chica” en el Perú (2004)- se crearon diarios sensacionalistas moderados y chichas. En su mayoría, luego de la caída del fujimorismo, varios diarios chichas dejaron de circular.

“... luego están los sensacionalistas moderados Ojo y El Men y también los chicha como Ajá, El Chino, Extra, El Popular, y Trome. Todos estos diarios son los más considerados por las encuestadoras nacionales para realizar las mediciones de lectoría” (p.33).

En la actualidad, el término de “diario chicha” mutó a diario popular, los cuales han evolucionado en la problemática de la usabilidad de la imagen periodística dentro de su contenido. Es el caso del diario Trome, sus notas policiales han aprovechado esta característica para construir abiertamente este submundo, que ha normalizado desde su lanzamiento en el 2001.

Sus notas policiales utilizan características de un acta policial como: Antropometría forense, Planimetría y Fotografía forenses y descripción escrita del hecho: Estas características se basan en herramientas de la ciencia de la Criminalística que estudia un hecho sometido a investigación criminal, con el objetivo de descubrir y comprobar científicamente el delito y el delincuente (Lago, 2017).

Así mismo, esta ciencia se divide en dos áreas: la Criminalística de campo y laboratorio. Sobre lo dicho, y lo que interesa en esta investigación es la primera, Lago, añade:

“Tiene por objeto el análisis sistemático de la realidad de un hecho presuntamente punible, tales como: lugar del suceso, zonas adyacentes o perímetro, víctima, agresor, medio de comisión, efectos materiales generados aplicando el método científico” (pp. 54 - 55).

Cabe hacer hincapié que el lugar del suceso, escena del delito o lugar de los hechos, según lo plantea el Manual de buenas prácticas en la Escena del Crimen (2012):

“Es el espacio físico que debe ser entendido en un concepto amplio, ya que su extensión depende de la naturaleza y las circunstancias del hecho que se investigan (...). Ya sea un robo o hurto, un homicidio con arma blanca o arma de fuego, un incendio, una explosión o un accidente de tránsito, etcétera” (p.16).

En el Trome, la única diferencia que se sugiere con un acta policial o dictamen pericial sería: el empleo de un titular fluorescente, la utilización del color y la disposición sensacionalista de dichas herramientas de Criminalística para mostrar un hecho presuntamente punible de forma lúdica y entretenida al lector.

¿Se muestra el cadáver? ¿Cuáles son los límites de la exposición? ¿Qué imagen se busca? ¿Cómo las consiguen? ¿Por qué tal tema funciona en nuestra sociedad? Son algunas preguntas que plantea Reaño (2017), en su tesis La muerte como espectáculo en la prensa sensacionalista -ciertamente vigentes en la actualidad-, porque son cuestiones que se han venido analizando desde una larga tradición de diarios populares.

Es el día a día de un país regido por el miedo a la bala perdida, las coimas y al desequilibrio económico. Vivir sin saber qué pasará mañana, es como despertar sumergido en una imagen criminal que se cuelga en los quioscos aprobados por la normalidad de una cultura de violencia, sexo y sangre.

Imagen: El diario Trome (28 /06 /20)


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