lunes, 24 de abril de 2023

Los niños sin miedo

Los niños sin miedo

O también: por qué existen tantos problemas conductuales y educativos en la infancia actual

                 El mundo, la sociedad, los humanos, estamos en constante evolución. Eso nunca ha sido algo nuevo. Pero en los últimos años hemos avanzado de una manera nunca antes vista en nuestra historia, tanto en tecnología como en valores éticos y morales. Algunas de estas cosas han supuesto una mejora tangible de nuestro estilo de vida, pero otras están empezando a causar preocupación entre la población. Una de estos asuntos es la infancia actual.

               Es cierto que siempre se ha dicho "los jóvenes están locos, no sé a dónde iremos a parar, etc". Pero es cierto que en los últimos años ha habido cambios importantes en los patrones de conducta y de crianza de los más jóvenes. Hemos pasado de un sistema rígido, severo y ultra autoritario a casi el extremo opuesto. En la friolera de veinte o treinta años. Esto, por supuesto, solo ha tenido lugar en el primer mundo. Hay quien culpa de esto a las nuevas tecnologías, pero hay varias circunstancias y cambios sociales e históricos que han dado lugar a estos cambios.

               Para empezar, la incorporación tan rápida y masiva de la mujer en el mundo laboral ha tenido bastante que ver en este fenómeno. Conciliar la crianza con el horario laboral promedio, siendo optimistas, es difícil. Las madres no pueden criar igual de bien que nuestras abuelas teniendo, además, que trabajar como nuestras madres. No podemos exigir que vuelvan a su vida históricamente aceptada, de vivir relegadas a su casa y sus hijos. Pero tampoco hay demasiadas ayudas, ni por parte del gobierno, ni la de nuestra fría, individualista y agotada sociedad. Había un antiguo dicho, que decía que "los niños necesitaban ser cuidados entre toda la tribu". Ya no tenemos esa mentalidad comunitaria, en las sociedades urbanitas primermundistas. Los padres están solos. Y no tienen más remedio que delegar la educación de sus pequeños en las instituciones educativas y en dispositivos digitales que -benditos sean- pueden reproducir contenido intrascendente y entretener a un niño durante horas.

              Muchos pedagogos y especialistas coinciden en que el contenido que se dirige a los niños actualmente no cubre sus necesidades educativas ni sociales, y que de hecho hacen más daño que bien. Según diversos estudios, una exposición prolongada y temprana a las pantallas puede causar problemas conductuales, de adicción, mermar la capacidad de atención e incluso retrasar el desarrollo del lenguaje. No estamos hablando de criminalizar a unos padres que le ponen Peppa Pig a sus hijos una hora al día. Nos referimos a los que no tienen capacidad ni tiempo de atender personalmente a sus hijos, y terminan considerando que lo más fácil es consentir o directamente ignorar los problemas intentando distraerles con una pantalla. 

             Los contenidos infantiles de plataformas como YouTube Kids están cargadas de publicidad y niños "YouTubers"-de los que tienen detrás a unos padres espantosos que se lucran con su imagen-, con conductas nocivas y altamente imitables. Los cuentos que no son adaptaciones de clásicos tienen tramas sosas y personajes irritantes que no transmiten ningún valor ético o acercamiento a temas reales o mínimamente profundos. Se intenta sobreproteger a los niños de lo que se considera "traumático", creando más problemas a la larga. Si bien Perrault, los hermanos Grimm o Andersen incluían temas serios o desagradables en sus relatos, estos transmitían una lección, tenían significado. Ocultar la verdad de este mundo a los niños por sistema no va a ayudarles a prepararse cuando tengan que enfrentar situaciones de tristeza o frustración, más bien hará lo contrario.

            También es negativo evitar que los niños se asusten de las cosas que causan un miedo razonable. Los humanos debemos sentir miedo hasta cierto punto para mantenernos a salvo de aquellas cosas que, en efecto, suponen un peligro. Por cruel que suene, el miedo en cantidad moderada es saludable incluso. Incluso para enseñar a los niños hábitos de buena conducta, disciplina, etc, a veces hay que recurrir a él. Las consecuencias son una parte necesaria de nuestras acciones, para bien o para mal. Si una persona no tiene miedo a hacer daño en su beneficio, a desafiar a la autoridad, eso es preocupante, y si no se corrige puede conllevar problemas serios en el futuro. Algunas normas y límites te mantienen seguro, y te hacen sentir seguro.  Suena anticuado y desagradable, pero los castigos y reproches, nos guste o no, siguen siendo necesarios a la hora de educar. No está de moda, y se consideran algo obsoleto y dañino, pero son imprescindibles aunque solo sea para mantener a salvo a los niños.

            Sé que parece difícil poner límites en lugar de consentir, pero a la larga consigues que tu hijo se auto regule y sea más independiente y respetuoso. Puede que a corto plazo sea más fácil consentir que tener que pelearte constantemente y aguantar rabietas, a los dos, cuatro, siete años. Pero a los quince, será incontrolable, y quizás sea muy tarde para controlar su conducta o protege de sí mismo. Bajo ningún concepto debemos llegar al punto en el que el joven crea estar por encima de las normas, o no le deba respeto a nadie.

         ¿Esto significa que debo criarlo a la antigua usanza, a tortas y gritos como nuestros abuelos? No, hombre ni tanto ni tan calvo. Unos límites saludables servirán, pero no hace falta recurrir a la violencia (por mucho que a veces nos lo estemos ganando). Puedes utilizar cuentos clásicos, a ser posible quitando los detalles escabrosos que no aporten nada a la trama - infanticidio, canibalismo, violencia gratuita, maltrato animal, empalamientos, combustión espontánea, etc- conservando un sentido, pero adaptado a su edad y sensibilidad.

          En resumen, si decides ser padre, sabiendo lo que conlleva, procura no criar niños sin miedo.


Isabel Cruz Alemany, 1º de Infodoc // ICM-LIT


         




            


 

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