Laura Marquino Fernández. ICM-CIN

El punto de partida inicial dentro del largometraje en esta nueva generación de directores lo podemos situar en Chabrol, estrenando El bello Sergio (1959) y posteriormente el fenómeno que se produce en el Festival de Cannes, el cual es acompañado de un debate en los medios de comunicación, donde Marcel Camus obtiene en Cannes la Palma de Oro con Orfeo Negro (1959), François Truffaut 3el premio a la mejor dirección por Los 400 golpes (1959) o Alain Resnais recibe el apoyo del público y la crítica por Hiroshima mon amour (1959). Estas películas son consideradas como obras que se diferencian considerablemente de la producción convencional de la época, definiendo y consolidando la Nouvelle Vague. A partir de este momento, el número de óperas primas (se entiende como la primera obra artística de un autor) y de nuevos realizadores no hace más que aumentar. En diciembre de 1959 Chabrol estrena Una doble vida (1959), en ese año se realiza también Le Signe du lion (1959) pero que no es estrenada hasta 1962 por Éric Rohmer, Pierre Kast presenta Le Bel Âge (1958), y por fin se estrena Al final de la escapada (1959), por Jean Luc Godard, la cual tiene un importante éxito en taquilla.

A través del cortometraje que suele iniciar en la práctica cinematográfica, los considerados partícipes en el movimiento comienzan a incluir en sus proyectos ciertos planos que recuerdan a otros directores que admiraban como Hitchcock, haciendo que sus personajes vayan a ver las películas de la nouvelle vague, o la influencia americana que es perceptible en ellas, hablan además de las impresiones que les dejan los libros que leen citando fragmentos enteros, otras veces simplemente hacen que lean determinados libros que normalmente tienen que ver con el propio director. En algunas películas podemos ver también la marcada influencia de la música y la forma en que se hace referencia a la música improvisada, clásica o el jazz, el cual solía destacar.
Existe además una ruptura en el marco clásico espacio tiempo aplicando un montaje más original y deconstruido solapando diálogos repetidos entre puntos de vista de cámara durante la continuidad de una misma escena. Existe una búsqueda constante de naturalidad en la puesta en escena, a través de sets externos donde las películas se graban en escenarios reales sin iluminación, donde los directores de fotografía se ven obligados a usar en muchas ocasiones un stock de película que normalmente se usaba para fotografía fija y unir los carretes para juntar la longitud necesaria para la producción de un largometraje. Pueden ser interpretadas por jóvenes actores semiprofesionales e incluso aficionados sin experiencia. Los directores no dudan en pedir a los actores experimentar y jugar en su papel, para estar más en esta búsqueda de naturalidad cinematográfica. Se puede notar que los actores suelen ser jóvenes desilusionados, priorizan al individuo junto a la libertad mediante la irresponsabilidad, a través de personajes independientes. Los diálogos buscan una cierta naturalidad o los monólogos muestran los pensamientos momentáneos expresados en voz alta por el personaje en cuestión. Es esencial para recordar estos momentos romper la cuarta pared con el personaje dirigiéndose directamente a los espectadores. Además, al contar con decorados naturales y bajo presupuesto, la sociedad francesa quedaba retratada y muchas de las personas que salen en las películas no son conscientes de ello o miran a la cámara.

De este modo, anuncian una modernidad cinematográfica donde lo absurdo es el tema principal, y el mundo se representa como tal: los personajes y las situaciones no son ni buenas ni malas, son simplemente absurdas. Ser principiante en el sector es un enfoque voluntario que termina incluso imponiéndose caracterizando a la corriente, es decir, se prioriza la manera de experimentar y el propio resultado frente a la experiencia previa en el sector.
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