domingo, 30 de mayo de 2021

EL FRANQUISMO, LA CENSURA EDITORIAL Y LAS LIBRERÍAS:

Paula Rodríguez Maroto/ICT-HIS

 

La dictadura franquista duró desde 1939 hasta 1975 tras la muerte de Franco. La dictadura fue acompañada de la censura:

Para justificar los fusilamientos, los trabajos forzados y las desapariciones; para mantener a cada cual metido en sus asuntos, nada fue tan eficaz como la censura; y ningún sistema de censura fue tan especialmente eficaz como el de la censura editorial.

Las autoridades franquistas controlaban los libros. Se purgaron las bibliotecas públicas y se hicieron quemas de libros. Un ejemplo es la quema a las afueras de la Universidad central de Madrid organizada por la Falange 29 días después del triunfo de Franco en la Guerra Civil Española: se prendió fuego a “un montón de libros torpes y envenenados” con una buena parte de “ la juventud universitaria, brazo en alto, cantando con valentía el himno Cara al Sol” (de acuerdo con una crónica publicada por el periódico Ya en abril de 1939).

Los censores tenían mano libre para quitar capítulos enteros, modificar párrafos y prohibir libros. Lo que se juzgaba en las novelas era la integridad del propio autor, su capacidad para pensar y expresar ciertas ideas.

Algunos ejemplos de libros prohibidos durante el Franquismo fueron:

·       Piel de asno

·       La Celestina, de Fernando de Rojas

·       1984, de George Orwell

·       La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín

·       Celia, de Elena Fortún

·       Hombrecitos, de Louisa May Alcott

·       Estampas de aldea, de Pablo de Andrés Cobos

·       Las cinco advertencias de Satanás; Usted tiene ojos de mujer fatal; y Madre, el drama padre, de Enrique Jardiel Poncela

·       El extranjero, de Albert Camus

·       Lolita, de Vladimir Nabokov

·       Trópico de Cáncer, de Henry Miller

Algunos ejemplos de cambios realizados en libros fueron:

·       En Al otro lado del río y entre los árboles, de Ernest Hemingway, los censores obligaron a traducir una referencia al dictador, “General Fat Ass Franco” (General culo gordo Franco) por “General Asno Gordo”.

·       En Otro país, de James Baldwin, “pussy” se versiona incorrectamente como “gata”: “Pussy’s just a pussy as far as I’m concerned” pasa a ser “Y ella para mí es tan gata como las otras gatas”

·       En La semilla del diablo, de Ira Levin, desapareció un fragmento del texto con burlas al Papa y otro en el que se glorificaba a Satán. La traducción de la obra se ha reeditado 16 veces desde el final del franquismo y en todas faltan los pasajes censurados

Como podemos ver, las traducciones al español de obras célebres mantienen aún los cambios que fueron impuestos, en su momento, por los censores.

-“Nadie da tanto valor a la palabra escrita como los dictadores. Allí donde se prohíbe la literatura, el libro adquiere un poder que nunca podría tener donde se la toma por simple pasatiempo; leer o poseer un libro se convierte entonces en un gesto político y en una cuestión de vida o muerte. También escribirlos: por eso el triunfo definitivo de la censura fue la autocensura. Hicieron los deberes.” (Italo Calvino, periodista y escritor)

Pese al lavado de cara de la Ley Fraga (que no exigía presentar el texto antes de su publicación), muchos editores ejercieron la autocensura para evitar “semanas de retraso” y “grandes perjuicios económicos”. Un ejemplo de esto puede ser la editorial Bruguera, que autocensuró la obra Operación Trueno de Ian Flaming.

-“La censura fue un golpe brutal para el mercado editorial español” (Aldo García, director de ediciones y librerías Antonio Machado).

Las librerías fueron víctimas y héroes de la situación que se vivía en España. Muchos libreros se atrevieron a traer de contrabando los libros que se publicaban fuera (en Francia y América). Éstos los distribuían en los sótanos o los entregaban personalmente en los domicilios.

Los libros prohibidos se conseguían por mar sobornando a los aduaneros; aunque también llegaban aprendidos de memorias y recitados, o copiados a mano en libretas personales. Algunos llegaron a imprimirse en España con sellos de imprenta falsos. También llegaban desde París peregrinos con libros de la editorial Ruedo Ibérico y del Club del Libro Español.

Algunos ejemplos de librerías que vendieron libros prohibidos fueron:

·       La Española (los tenía en la trastienda)

·       La Cuesta Moyano

·       Las librerías Aguilar (suministraron en su trastienda novelas y poemarios de Francia y América)

·       Tarántula de Sagasta (en la que había un armario con algunos de esos libros)

·       Fuentetaja

·       Rubiños (engullida en 2003 por el Corte Inglés)

·       Turner (la actual Pasajes), que aprovechó su fondo en inglés para ofrecer este servicio

·       Rumores

·       Áncora y Delfín

·       La Francesa

·       La Corcuera

·       Cinc d’Oros

·       Visor (donde se empujaba una estantería secreta para llegar a una sala oculta)

Muchas de ellas fueron atacadas (en 1971, por ejemplo, la Cinc d’Oros fue atacada con bombas molotov) y muchos libreros perseguidos (como Manuel Arroyo, fundafor de Turner).

Durante el franquismo, cierta lectura era dificultosa. “Pero quienes leían, leían mucho”. Abundaban las revistas literarias o de humor independientes, como por ejemplo La Codorniz: “La revista más audaz para el lector más inteligente” (decía su eslogan).

“Reina un fresco general procedente de Galicia” (La Codorniz: portada en referencia a Franco que hizo correr el rumor de que había sido retirada de la venta).

“Bombín es a bombón, como cojín es a equis. Y nos importan tres equis que nos cierren la edición” (La “portada-bulo” más recordada de La Codorniz).

 

Como puede leerse al principio de este texto, la censura iba acompañada de una intención de aislar al pueblo, de que los españoles vivieran en la ignorancia y fueran, así, más manejables.

Esos libros actuaron como una forma de resistencia. 


Portada "La Codorniz. Antología (1941-1978)"


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