Paula Rodríguez Maroto/ICT-HIS
Cuando se habla de impresión, no solo es de las
palabras, sino también de partituras.
La impresión y publicación de la música ha tenido
ciertas peculiaridades y dificultades a lo largo de su evolución.
La primera forma de escritura musical más antigua
que se ha encontrado es una tablilla cuneiforme de Babilonia, que data
aproximadamente del 2000 a.C.
En la Antigua Grecia, se colocaban símbolos sobre
las sílabas que daban información sobre la entonación.
En la Edad Media, Guido de Arezzo crea la
concepción de la notación musical moderna, con el uso del tetragrama
(posteriormente cambiado a pentagrama). En ese momento, la música comenzó a ser
transcrita a mano (aunque bien es cierto que la forma oral siguió siendo en ese
periodo la forma más común de transmisión) en los “manuscritos ilustrados” (la
música iba acompañada de ilustraciones y ornamentación).
En el siglo XV aparece la impresión con tipos
móviles. Aun así, esta evolución se dio en la imprenta de textos, pues la
música continuó plasmándose en códices manuscritos debido a la ausencia de una
notación musical uniforme y consensuada. Hubo veces en que las líneas se imprimían
y un escriba se ocupaba de escribir las notas.
Ottaviano Petrucci creó un sistema para una
impresión limpia y elegante. Se trataba de una triple impresión de líneas,
texto y notas en tres pasos sucesivos. El problema de este invento era la
dificultad y la lentitud, además de no ser reproducible a gran escala.
Posteriormente, John Rastell inventó un modelo en
el que las líneas, las palabras y las notas formaban parte de un mismo carácter,
por lo que la impresión se podía llevar a cabo en un solo paso. Aunque los
resultados no eran tan impecables como los de Petrucci, se convirtió en el método
más usado hasta la llegada de la calcografía.
La calcografía apareció en el siglo XVII frente a
las limitaciones de los tipos móviles. Ésta consistía en la realización de
incisiones en una plancha con las notas, palabras y líneas que se desearan
imprimir. A continuación, se llenaban de tinta y se imprimían las incisiones
sobre el papel. Con el tiempo se empezaron a usar herramientas específicas para
que el proceso fuera aún más sencillo.
Aun con la existencia de la impresión musical,
los compositores siguieron escribiendo su música a mano antes de pasársela al
copista y a la imprenta.
En el s. XX, las partituras se empezaron a imprimir
en papel de calco/papel velo para facilitar la posibilidad de hacer
correcciones. La tinta siempre era negra.
Actualmente existen software de notación musical
que permiten teclear, modificar e imprimir partituras. Dichos softwares hacen
más fácil la producción de obras musicales.
Durante siglos se ha intentado reproducir la notación mediante la impresión; y es justamente gracias a la impresión que se ha logrado normalizar este sistema.
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Ottaviano Petrucci, "Harmonice Musices Odhecaton" - it.wikipedia.org |
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Calcografía musical (plancha) - sisiset.es |
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