jueves, 20 de mayo de 2021

Orgullo y Prejuicio

Desirée Alderete/ ICT-CIN

En 2020 se cumplió 15 años desde el estreno original de Orgullo y prejuicio, una adaptación de la novela homónima de Jane Austen que refleja los códigos sociales de entonces, pero desde una perspectiva feminista, elaborada y más allá de lo romántico. 

En esta ocasión, Deborah Moggach es la encargada de adaptar las aventuras y desventuras de la familia Bennet. Para quien no haya leído el libro o visto la película, la trama se basa en una familia inglesa de clase baja burguesa que está formada por la señora Bennet, el señor Bennet y sus cinco hijas, que viven en Inglaterra a finales del siglo XVIII. Con la llegada de algún joven a la zona, la señora Bennet se emociona y vive con el anhelo de que alguna de sus hijas pueda contraer matrimonio. Con cinco hijas y sin ningún tipo de apoyo económico, cuando el padre muera las cinco mujeres y la madre se verían sin poder contar con una libra de su familia, de ahí la agonía de la madre por encontrar un marido para cada una de ellas. Por otra parte, ser mujer en la sociedad de la época implicaba pocos privilegios; entres ellos la no disposición de herencia. El mayorazgo solo se transmitía por linaje masculino y, por lo tanto, las jóvenes se dedicaban a la búsqueda de marido con gran patrimonio para no caer en la pobreza. Las mujeres se presentaban como moneda de cambio y en su valor va incluido la belleza. 
Elizabeth, la más rebelde de todas, verá cómo su mundo se desmorona cuando conoce a un tipo llamado Darcy, del cual es muy difícil saber lo que siente. Así pues, la película está ambientada en una época en la que el poder de las palabras tenían mucha más importancia que ahora. Una época llena de un gran romanticismo, cuando esta "palabra" tenía algún significado. Cuando las sutilezas y los pretextos tenían un papel importante. 
El guion realiza una visión de la figura de la mujer de entonces, donde se daba mucha importancia a la imagen pública y al matrimonio que contraían las mujeres. Sin embargo, al igual que el libro original, su perspectiva se centra en la ruptura de ese estilo de vida, mostrando la rebeldía de su principal protagonista: Elizabeth. Es una historia sobre estas mujeres, y no de los hombres que les acompañan. Su mayor fuerte, bajo mi perspectiva, es que no se centra únicamente en la historia romántica que se plantea, sino que va más allá. Es cierto que hay partes en las que se peca de ingenuidad, pero en otras expone las obligaciones y el peso de ser mujer en esa época. Al ser un drama de época, esa lucha por la libertad y la libre elección debe idearse dentro de una coherencia. 
Esta película, sin duda, consigue obtener ese alegato feminista, pero sin forzarlo, aunque su final nade más hacia el tono romántico. Asimismo, la dirección de fotografía y de arte son brillantes, con una exposición inmensa de los espacios y de unas localizaciones muy cuidadas. 

En mi opinión, esta película proporciona el disfrute de aquellos que miran el amor con los ojos de antaño, pero que sin embargo, se queda a medio camino a la hora de definir ese complejo sentimiento, cosa que pretende con la relación de los dos protagonista principales y, cosa que, a mi parecer, no consigue.  



Fuente: Pinterest.



Fuente: Pinterest. 



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