Eloísa Gómez
González/ICM-SOC
Desde
que comenzase en 2011, la guerra de Siria se ha convertido en noticia casi
diaria en buena parte de los países del mundo. Muchos de los titulares nos
retratan los centenares de muertes que se producen casi a diario y de los miles
de inmigrantes que se encuentran en campos de refugiados, donde su situación,
no es la que se espera para personas que han sufrido tanto en los últimos años.
Las noticias de este tipo forman parte de nuestra vida diaria, y ha llegado un
momento en el que ya nos son casi indiferentes y esto, no debería de ser así.
Para
acabar con esta situación, el año pasado en mi instituto (I.E.S Arquitecto
Pedro Gumiel), en la asignatura de TICO, nos mandaron hacer un trabajo en el
cual nos pusiésemos en los zapatos de un refugiado a través de una imagen. Esta
imagen retrataba a una familia de refugiados sirios que mi instituto había
conseguido a través de la exposición de una ONG de mi ciudad, Alcalá de Henares,
que se encarga de prestar ayuda a estas personas. El trabajo consistía en
realizar un video, una exposición… utilizando como base esa fotografía.
Lo
primero que pensamos fue cómo nos íbamos a poner en la piel de una persona de
la cual no conocíamos su historia y además cómo íbamos a retratar en el trabajo
su vida antes y durante la Guerra.
Pues
bien, fue más fácil de lo que yo pensaba. Cuando te pones en situación y buscas
información que no sale en los telediarios, te das cuenta de que hay mucho más
de lo que nos cuentan. Partiendo de esto decidimos que la mejor manera de
ponernos en la piel de esa persona era realizar un diario, el diario de una
niña que nos cuenta cómo ha cambiado su vida desde que en 2011 comenzase la
guerra. Pasan días, meses, años en un diario que nos va contando como es la
vida de esta niña antes y después de este suceso que cambió sus vidas para
siempre. Tiramos de imaginación y también de documentación y conseguimos
nuestro principal objetivo: hacer que a través de un video la gente se
emocionase y se solidarizase con esta situación.
El
trabajo salió perfecto y sobre todo, aprendí que para comprender las cosas, a
veces hay que ponerse en los zapatos de las personas que sufren estos
problemas, ya sea por unas circunstancias o por otras.
Por
eso hay que luchar POR UN MUNDO SIN FRONTERAS.
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