miércoles, 19 de febrero de 2020

BENDITA LOCURA




JORGE SAN CRISTÓBAL CASADO / ICM-DEP-ATM-UCL


Sinceramente, no sé por dónde empezar. Vosotros diréis que por el principio claramente, pero son tantas cosas que…bueno…voy a intentarlo.

07:15 de la mañana. Me levanto como cualquier otro día de clase. Apenas he dormido, los nervios me lo impiden. Amanece en Madrid, el cielo va despejándose poco a poco, y los colores del amanecer tiñen el cielo, curiosamente, de rojo y blanco. Es la señal de un día grande, un día especial.

No dejo de pensar en la que se avecina, mi mente no se centra en otra cosa que no sea el partido. En el metro, temblando. En clase, atento, pero sin olvidarme de esta noche. Miro Twitter, no se habla de otra cosa. El Frente Atlético hace un llamamiento general, todos a las 7 a recibir como nunca al autobús.

Después de clase, vuelvo a casa, sabiendo que lo que toca es prepararse bien para darlo todo. Cojo la “ropa de trabajo”, y una vez preparado, me voy al Metropolitano sobre las 17:30 de la tarde. Pensaréis que estoy loco, el partido es dentro de 3 horas y media. Pero, ¿qué más da?, hay que empezar a calentar el ambiente, a hacerse notar, a reunirse y alentar.

Pasan las horas, los minutos, los segundos, y los nervios aumentan. Sé que hoy va a ser un día histórico, aún no me lo creo.

Bufanda en mano, camino hasta la zona que indicó el FA para el recibimiento. Vamos haciendo bulto, comienzan los cánticos, más gente se une. Sacamos banderas, bufandas y todo lo que cada uno lleva para animar. Aún queda mucho tiempo para que venga el autobús. Es igual, no paramos de cantar, saltar, gritar nuestro amor por el equipo y su gente.

La policía nos echa hacia atrás, no deja de darnos indicaciones, pero no podemos hacer mucho, toda la zona estaba llena de rojiblancos, es imposible retroceder.

Y es entonces cuando, a lo lejos, todos vemos al autobús. Ya viene. Prietas las filas. Fuerte la voz. Suenan tambores de guerra. El primer gol lo mete la grada. A medida que se acerca, varios cientos sacan bengalas rojas, los cánticos aumentan y nos dejamos la voz. Parecía que había un terremoto de la potencia de nuestros gritos.

Desde la plaza Grecia y toda la calle Arcentales se envuelve en una nube de humo rojo, bengalas por doquier, más colchoneros se unen. Los policías, impactados por semejante estampa. Conseguimos traer de vuelta el espíritu del Calderón, las míticas previas antes de las grandes noches europeas.

Imagen
El autobús pasa al lado nuestro, nos acercamos a él, gritamos y llevamos en volandas al equipo hasta el aparcamiento. Como dijo nuestro querido Cholo, “empezamos ganando el partido cuando el autobús giró en la rotonda, y nos encontramos con un montón de gente entusiasmada, ilusionada, ambiciosa, sin miedo, y a partir de ahí al equipo se le despertó algo hermoso que tiene el fútbol, de sufrir si hay que sufrir juntos, y de ser un bloque la gente y el equipo”. Cuanta razón tienes, Diego. El primer gol fue nuestro, pero esto solo acababa de empezar.

Toda Europa fue consciente de cómo nos las gastamos los rojiblancos, y tras el autobús, fuimos en dirección al estadio, cantando a pleno pulmón. En ese momento le mandamos un mensaje al Liverpool: bienvenidos al infierno.

La gente entra al Metropolitano, y de repente sale el Liverpool a calentar. La pitada fue monumental, y me quedo corto. Casi me quedé sordo, y aún no había comenzado el partido. Minutos después, salen los porteros del Atleti a calentar. “Obi, Oblak, cada día te quiero más” sonaba en el Fondo Sur. Klopp, que se encontraba en el centro del campo, permaneció un buen rato fijándose en nuestra afición y en especial al Frente, que desde el primer minuto de calentamiento no cesaba de cantar. El alemán, perplejo ante tal estampa.

Sale el Atleti a calentar, el Metropolitano es una olla, Aplausos y canciones se suceden, mientras el Frente sigue a lo suyo. Si Klopp ya alucinaba con el recibimiento a los porteros, más aún cuando salió el resto. Todo en orden.

El Liverpool se retira, pitos de los nuestros y aplausos de los aficionados ingleses, que se encontraban justo encima mía. El Atleti se retira entre aplausos, no sabe la que les espera cuando vuelvan. Por megafonía se avisa de la realización del mosaico/tifo antes de la salida de los jugadores.

Es el momento de las alineaciones. Durante la alineación del Liverpool, pitada aún mayor que la anterior. Y de repente, suena AC/DC. Es el momento. Se apagan los focos, y en el techo se proyectan los colores rojiblancos. Ni un solo pito, todo fueron aplausos, gritos de alegría y ánimo, esto no paraba de mejorar por momentos. Vuelven a avisar a todos sobre el mosaico y se pide la colaboración de la afición.

Se despliegan las lonas con los dibujos. Se me ponen los pelos de punta, es lo que tienen los tifos del Atleti, inmejorables todos y cada uno de ellos. Mientras tanto, 60.000 cartulinas azules, rojas y blancas, emulando las gradas de nuestro querido Vicente Calderón se muestran. Aparece el oso con la gorra de pescador típica entre los ultras, con cara de pocos amigos, y agarrando un balón de la Champions. Sin palabras.

Imagen

Suena nuestro himno. Espectacular, todos de pie cada uno con su cartulina y cantando. Esto no lo puede igualar ninguna hinchada, somos únicos en el mundo. Salen los jugadores y se alinean para escuchar el himno de la Champions. Como es habitual, pitada a la UEFA por los robos sufridos antaño. Ni olvido ni perdono.


Va a comenzar el partido. Atleti, atleti se escucha en el Metropolitano y, entonces, rueda el balón. Dominamos los primeros compases, conseguimos un córner. Koke se dirige a la esquina para sacar, para mis adentros me digo: “otra oportunidad desperdiciada, no va a levantar el balón en su vida”. Boca cerrada. Koke centra, y entre el tumulto aparece Saúl para marcar. El estadio se viene abajo. El gol que más he gritado en mi vida. Todos nos abrazamos, la mayoría no nos conocíamos, pero nos une el sentimiento indio, lo único que importa. Se nos debió de escuchar en la otra punta del mundo, fue increíble.

A partir de ahí, más y más ocasiones se suceden. El Liverpool está irreconocible, el equipo que llevaba 27 partidos invictos y sacaba una ventaja de 25 puntos sobre el segundo clasificado en la Premier League, estaba siendo casi aplastado por el Atlético de Madrid. Amigos ingleses, this isn´t the Premier anymore. No consiguen llegar a nuestra portería, la defensa es sólida, destacando Felipe y Renan Lodi.

A medida que pasa el tiempo, la situación es la misma. Cantada de Oblak que provoca el gol del Liverpool. Los ingleses estallan y celebran como nunca. Siempre quise escuchar esa reacción en persona, y lo conseguí. Otro sueño cumplido. Se les cambió la cara al ver que habían anulado el gol. Y menos mal.

El resto del partido se resume en faltas del Liverpool por la frustación, pudieron expulsar a 1 o 2 de ellos pero el árbitro no les quiso mostrar la segunda amarilla; y la afición colchonera cantando y animando los 90 minutos sin descanso.

Se acaba el partido. Alegría general por la victoria, los jugadores se quedan para agradecer el apoyo, dan la vuelta por el campo para aplaudir nuestra pasión, y acto seguido se dirigen a vestuarios.

Imagen

Más tarde, ya me encuentro en casa. Aún no me creo lo que he vivido. Ese día ha sido historia del Atlético de Madrid, Europa vuelve a conocernos tal y como somos, una afición entregada al máximo a nuestro equipo, un sentimiento inexplicable, no traten de entenderlo, porque no se puede entender todo esto que he contado, sin ser hincha del Atlético de Madrid.

Sin poder apenas hablar, pues la voz me la dejé en la grada, me voy a dormir, sin seguir creyendo todo lo que acaba de ocurrir. Mañana será otro día.



No hay comentarios:

Publicar un comentario