miércoles, 26 de febrero de 2020

LA FORJA DE UNA IDENTIDAD ROJIBLANCA: la verdad detrás del origen de un mito rebelde, la verdad detrás del Club Atlético de Madrid


Jorge San Cristóbal Casado // ICM-DEP-ATM

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Fuente: Twitter, @therobbiegant

El 8 de abril de 1903 se disputó en el Hipódromo de la Castellana la primera edición de la Copa, entre el Madrid FC y el Athletic Club de Bilbao. A este encuentro asistieron un grupo de vizcaínos que vivían en la capital al estudiar en la Escuela Especial de Ingenieros de Minas.

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Los historiadores afirman que ese día se vivieron incidentes, con insultos lanzados a los jugadores bilbaínos por parte del público local. Junto con socios disidentes del Madrid FC por estos hechos, los estudiantes de la capital idearon la creación de un nuevo Club en la Capital.

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El 26 de abril de 1903 se fundó el Athletic Club de Madrid, como una sucursal del Athletic Club de Bilbao. Los socios formaban una original comunidad mixta madrileña y vasca que disputaba sus partidos en el Campo del Retiro y, posteriormente, en el cercano Campo de O´Donnell.

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El amateurismo se extendió como la pólvora durante aquellos años. Un crisol de sociedades deportivas convivían en la ciudad: Sky FC, Iberia FC, Hispania, Moncloa FC, Gimnástica, Nacional, Moderno FC, Unión Sport, Español de Madrid, Madrid FC, Athletic Club, Racing de Madrid…Como el propio historiador Bernardo de Salazar afirmó, el Athletic de Madrid era visto como un “extraño” en el panorama futbolero madrileño. La mayoría de sociedades recibían el apoyo de su barrio, y los rojiblancos dependientes de Bilbao, carecían de identidad propia.

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Esto cambió ligeramente a partir de 1923, con un Athletic ya independiente de su matriz y estrenando el Stadium Metropolitano junto con el resto de equipos capitolinos, a excepción única del Real Madrid que pretendía la “titularidad única” del recinto. Y no extraña, ya que desde sus orígenes el Madrid FC (que se creó como resultado Frankenstein de la unión de dos sociedades deportivas), siempre tuvo la pretensión de acaparar todo el protagonismo futbolero de la Capital.

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La directiva blanca siempre fue complaciente hasta el ridículo con los gobernantes y federaciones, lo que les permitió llevar a cabo una agresiva estrategia expansionista desde 1907, absorbiendo equipos aprovechándose de malas circunstancias económicas o presión sistemática. Sus primeras “víctimas” fueron el Moncloa FC, el Moderno FC y la Association Sportive Amicale. Además, normalizaron el hecho de debilitar al resto de competidores vecinos, llevándose, talonario de por medio, a sus mejores jugadores.

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La estrategia de acaparamiento tendría su máxima expresión con la desaparición del Racing de Madrid en 1932. Según se hace constatar los merengues obtuvieron una valiosa información que aseguraba que el Racing había cometido una vulneración normativa. El Real Madrid decidió denunciar esta presunta ilegalidad ante la Federación Castellana (en la que se encontraban multitud de socios merengues). El Racing atravesaba un mal momento económico y se vio forzado a la desaparición al no poder hacer frente a la elevada multa impuesta.

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La despreciable acción de los blancos originó que millares de seguidores del Racing de Madrid (de Chamberí, también jugaba en el Metropolitano) ahora sin equipo al que apoyar, se unieran a las filas colchoneras. El rojinegro se convertía en rojiblanco bajo el cobijo del Madroño.

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La falta de identidad vivida años atrás por el Athletic madrileño se erradicó de un plumazo por nuevos socios que provenían de los barrios de Moncloa, Argüelles, zona centro y Chamberí, que vieron cómo sus anteriores clubes fueron erradicados por la maquinaria blanca.

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El Athletic de Madrid acogió gustosamente a estos nuevos aficionados a los que les unía el rechazo hacia el club de la Castellana. Los precios populares y la conexión directa en Metro con la Puerta del Sol del templo colchonero, originó una innata conexión con el Madrid más popular.

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“Ser atlético es elegir ser pobre pudiendo ser rico (…) no entiendo cómo puede haber atléticos estando el Real en la misma ciudad” dijo en su día Santiago Bernabéu. Sus palabras ejemplifican el odio a la única sociedad que sobrevivió a los tentáculos merengues.

Como habéis podido comprobar, la Osa y el Madroño de nuestro escudo no son anecdóticos. El alma de esta ciudad reside en nuestra masa social, en nuestra Historia como club. Una identidad rebelde y genuina que no ha de morir. Una llama que ha de mantenerse viva siempre.

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Recordad de donde venís, tened presente que somos lo que somos justamente por no ser como “ellos”. Crecer y avanzar con la historia siempre por bandera. Aprender y ser coherente. Y el que no esté de acuerdo, sobra en nuestra afición.

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